Ante todo se hace necesario saber escuchar. Muy raros en verdad son los que saben escuchar.
Por lo común, cuando alguien escucha no escucha, porque su Yo, su Ego, traduce todo lo que escucha a su propio lenguaje, a su propia idiosincrasia psicológica, dentro de su criterio, y total, no escucha.
La gente, para poder aprender a escuchar, debe ante todo despertar Conciencia. ¿Cómo podría escuchar psicológicamente, alguien que tiene la Conciencia dormida?
Para saber escuchar hay que estar presentes, y me pregunto a mí mismo y pregunto a ustedes: ¿están seguros, los que están aquí presentes, están seguros de que a estas horas no estarán ustedes deambulando por sus casas, por su taller, o en el campo, o en algún lugar de sus afectos? Siempre vemos a las personas sentadas, aparentemente escuchando, pero, ¿cómo podría escuchar el que no está en casa?
Por lo común, cuando uno habla de Gnosis, aquellos que aparentemente escuchan no escuchan, huyen despavoridos, van de aquí para allá y de allá para acá, viajan por la ciudad psicológica interior (recordemos que dentro de cada uno de nosotros hay un país psicológico, una ciudad psicológica. Una cosa es un lugar del mundo físico y otra cosa es el lugar psicológico donde nosotros estamos ubicados).
¿En qué lugar estaremos ubicados ahora mismo? Ustedes dirán que acá (podría ser, podría no ser). La realidad es que resulta difícil saber escuchar, porque por lo común el que escucha se escapa, viaja por su país psicológico, huye en cualquier dirección. Total, no está en la casa, y no estando en casa, ¿quien escucharía?, ¿la personalidad humana? Verdaderamente, ella no sabe escuchar. ¿El cuerpo físico? ¡Ese no es más que un instrumento! ¿Quién escucharía entonces?
Cuando uno habla a otra persona (y esto lo digo muy especialmente a nuestros misioneros) cree que está un poco alerta, pero las gentes huyen cuando nos escuchan. Cuando aparentemente escuchan, no están en casa.
Hay también gentes que están muy llenas de sí mismas; esas gentes no quieren escuchar la palabra, no tienen un lugar vacío, un puestecito para nuestra palabra. Están muy llenas de sí mismas: de sus engreimientos, de sus orgullos, de sus vanidades, de sus teorías, etc., y entonces la palabra no tiene dónde entrar. ¿Dónde entraría, si esas gentes están llenas de sí mismas?
Recordemos a Jesús y su nacimiento: sus padres concurriendo, pues, al empadronamiento citado por Herodes; no hallaron en el Mesón un lugar vacío. Entonces no hay en la "taberna interior" (si es que se le puede dar ese nombre) un lugar vacío para la palabra: está ocupada la "taberna", está ocupado el "mesón" (¡cuán grave es eso!).
Nosotros debemos tener la "escudilla" del Buddha hacia arriba, la "olla", para recibir la palabra. Pero en vez de hacer eso, las gentes colocan la "olla" hacia abajo. Se necesitaría reconocer, pues, nuestra propia nadidad y miseria interior para que quedara en la "escudilla", en el "cuenco", en la "olla", un lugar, sí, para la palabra. Más, en tanto estemos llenos de sí mismos, ¿cómo podría la palabra entrar en nosotros? O en otros términos,
¿cómo podríamos aprender a escuchar, desde el punto de vista psicológico? Porque saber escuchar lógicamente, o saber escuchar, dijéramos, físicamente, es cosa relativamente fácil, pero psicológicamente, ¡cuán difícil es saber escuchar!
Hay que estar en actitud receptiva, con la "olla" hacia arriba (aguardando el alimento), o el "cuenco", o la "escudilla", (hablando al estilo búdhico), pero si la "olla" está hacia abajo, ¿cómo puede entrar el alimento en nosotros, cómo podríamos recibirlo?
Esos que están llenos de orgullo, de autosuficiencia; esos que están rellenos de teorías, ¿creen ustedes que se encuentran en el estado preciso para poder recibir la palabra? Ante todo, tenemos que reconocer nuestra propia nadidad y miseria interior, antes de poder recibir el alimento de la palabra, y no es posible recibir ese alimento si no sabemos escuchar. Pues antes, si hemos escuchado nosotros una palabra (miles y hasta millones de veces), creemos que la sabemos, que la hemos escuchado, pero en realidad de verdad no hemos escuchado esa palabra. Cualquier día, de esos tantos, la oímos y nos "cae de nuevo". Pero si la hemos escuchado miles de veces, ¿por qué nos "cae de nuevo"? Porque siempre la habíamos escuchado con la Conciencia dormida y un día cualquiera tuvimos la suerte de escucharla con la Conciencia despierta, y nos "cae" como algo nuevo.
¡Vean ustedes cuán difícil es saber escuchar, vean ustedes cuán trabajoso es! Se necesita ante todo ser conscientes, si es que queremos saber escuchar. Recordemos aquélla tentación de Jesús, en el desierto, cuando Satán le decía: "Todos estos reinos del mundo te los entregaré si te arrodillas y me adoras" (he allí la tentación). Se le pedía a Jesús El Cristo que colocara la "olla" boca abajo, que no la colocara hacia arriba (para recibir la palabra interior que viene de lo alto), sino que la colocara hacia abajo para escuchar las cosas externas, para escuchar, pues, el mundo de los sentidos externos.
De manera que Jesús no cayó. ¿Por qué el Gran Kabir no cayó? Porque él estaba siempre alerta y vigilante, como el vigía en época de guerra, tenía la "escudilla" hacia arriba, no hacia abajo, estaba aguardando recibir la palabra. Pero si él hubiera caído en tentación, es decir, si hubiera colocado la "escudilla", la "olla" hacia abajo, habría escuchado palabras externas, cosas que vienen de afuera, cosas de mundo, no habría sido capaz de escuchar psicológicamente.
Sí, mis queridos hermanos, nosotros tenemos que volvernos cada vez más receptivos a la palabra, debemos aprender a escuchar psicológica- mente. Más repito: ¿cómo se podría escuchar si estamos fuera de casa? Para poder escuchar, hay que estar en casa. ¿Y quiénes están fuera de casa? ¡Pues todos los inconscientes!
¿Ustedes pueden estar seguros de que en este momento me están escuchando? ¿Podrían asegurarlo? ¿Podrían ustedes asegurarme, en este momento, o jurar de que ustedes están aquí, íntegros, que no deambulan por otros lugares? La cruda realidad de los hechos es que cuando escuchan, las gentes no escuchan, porque andan por otros lugares, no están en casa, deambulan.
¿Por qué no recuerdan las personas, las gentes, sus existencias anteriores? Pero, ¿cómo las van a recordar, si no están en casa? ¿Puede uno recordar, acaso, lo que no ha experimentado? "Estar en casa"... ¿Quién sabe lo que es "estar en casa"? (me refiero a esta "casa", a la persona humana). Normalmente, el Ser anda fuera de casa. Entonces, ¿cómo podríamos recordar las pasadas existencias, si siempre estuvimos fuera de casa?
Hay dos cosas capitales en nuestros estudios gnósticos: primera, recordación de sí mismos (es decir, de nuestro propio Ser), y segunda, relajamiento del cuerpo. Recordarse a sí mismo y relajar el cuerpo, debemos hacerlo continuamente. Recuerden que el cuerpo siempre está en tensión (los nervios en tensión, los músculos). Hay necesidad de aprender a recordarse a sí mismo y relajar el cuerpo. Yo lo hago continuamente, todos los días: el recuerdo de mí mismo y relajarme el cuerpo, ya sea en una cama o donde sea. Eso es indispensable: ir día a día recordándonos cada vez más y más de sí mismos, es decir, de nuestro propio Ser.
Por olvido del Ser, en realidad de verdad las gentes cometen muchos errores y tienen tantas teorías equivocadas. Si Laplace, el gran astrónomo y matemático francés, no se hubiera olvidado de sí mismo, de su propio Ser, no habría concebido jamás en su mente esa teoría (la famosa teoría de Laplace), esa teoría falsa, absurda, completamente absurda.

Pierre-Simon Laplace (1749–1827)
Cuando Laplace presentó su teoría a Napoleón Bonaparte, explicándole cómo de una nebulosa sale un planeta o un sistema solar, entonces Napoleón le dijo: "¿Y cuál es el puesto que habéis dejado a Dios?" Cínicamente respondió: "¡No, señor, yo no he necesitado de Dios para elaborar mi teoría!" (vean ustedes la autosuficiencia). Es precisamente por lo mismo, porque se olvidó de su Ser interior, como pudo elaborar esa teoría, esa teoría falsa, porque a ningún astrónomo le consta jamás, nunca jamás, haber visto, con sus propios ojos, un planeta saliendo o emergiendo de entre una nebulosa. Así que, entonces no les consta. Sin embargo, es admitido por muchos necios como dogma de fe. Si Laplace no se hubiera olvidado de sí mismo, no habría elaborado esa absurda teoría. Por ahí anda un necio que echó una gota de aceite, entre un vaso con agua. Con un palillo se propuso hacer girar la gota de aceite: se extendieron anillos que luego quedaron girando alrededor de la gota central, ¡y así se formó el universo! (dijo). Le preguntan: "¿Y entonces qué, y Dios?" "No, no se necesitaba (respondió); ustedes ya ven cómo se formó". ¡Pero bien tonto: no se da cuenta de que en su teoría, está él haciendo un papel de Dios, pues él con ese movimiento está haciendo girar el aceite ese, la gota de aceite "alrededor del mundo". Sin embargo, es tan necio que no se da cuenta que hubo necesidad de alguien que provocara los movimientos, pues sola, la gota de aceite no giraría ni se extendería en forma de anillos. Necesitó de una mano que la moviera, de un impulso inteligente, pero el cínico ese, el tonto ese, está haciendo el papel de Dios y sin embargo niega a Dios. De manera que así es la gente: torpe, cuando se olvida de sí misma.
En cuanto a mí se refiere, gracias a Dios no me he olvidado de mí mismo, es decir, de mi propio Ser. Por lo tanto digo que la nebulosa de Laplace y su teoría nebular, es falsa. Yo voy más lejos: yo estoy con Sabaoth, con Sababath. ¿Qué es eso?, dirán ustedes. Sababath (si digo que estoy con Sababath, no estoy cometiendo ningún delito), es la inteligencia directriz, formada dijéramos, por el Sabaoth, por el Ejército de la Palabra.
¿Cómo surgió el universo?, ¿de una nebulosa? ¡No es cierto, no digan falsedades! Surgió de Sabaoth, de la substancia madre, del caos (de Mulaprakriti dirían los indostanes).

Vajrasattva, un símbolo tibetano budista tántrico que representa el poder creativo de los seres divinos
¿Que se celebraron ciertos rituales (tántricos por cierto), en el amanecer del Mahamanvantara? ¡Es cierto! Claro, los Elohim que en su conjunto constituyen el Sabaoth, ese Ejército de la Palabra, se desdoblaron a sí mismos en la forma del Andrógino Divino, pero al desdoblarse a sí mismo como macho-hembras, quedaron suficientemente preparados para fecundar la materia caótica. Así fue como la Isis y su principio masculino, ejecutaron entonces una cópula de tipo químico, metafísico, para fecundar la materia caótica, para fecundar a Sabaoth, el caos. Entonces separaron las aguas superiores (del caos) de las inferiores. Esas superiores fueron fecundadas por el fuego, ascendieron por la espina dorsal de Isis (hablando en forma colectiva), fueron fecundadas por el principio masculino con el fuego, y luego regresadas posteriormente al caos, para que el caos fuera a su vez fecundado. Y así surgió la vida, surgió el semillero de todo lo que es, ha sido y será; se produjo el remolino atómico por todas partes. Luego los gérmenes de la existencia, los átomos elementales surgieron, surgieron los mundos con todas sus cosas, todo gracias a Elohim o a los Andróginos Divinos, o a la hueste de los Elohim, para hablar más claro, pero, ¿surgir así, de una nebulosa?
La primera forma que surgió a la existencia, fue un universo mental; mucho más tarde cristalizó en forma astral, después en forma etérica y luego tomó forma física, pero no hubo ninguna nebulosa por ahí, como dice Laplace; todo fue producto de la palabra. Si Laplace no se hubiera olvidado de sí mismo, si en vez de elaborar su teoría se hubiera entregado a la meditación, es obvio que habría podido algún día evidenciar los orígenes del universo, que distan mucho de parecerse a las teorías que elaboró. ¡Esa es la cruda realidad de los hechos!
De manera que, cuando uno se olvida de sí mismo, comete errores espantosos. Lo más grave es olvidarse uno de sí mismo.
El fuego es lo que cuenta en cualquier creación; pero una cosa es el fuego en el mundo físico y otra es el fuego en el caos. Obviamente, en el caos el fuego es una potencia eléctrica, con posibilidades de despertar para crear.
En estos días, en los que estamos trabajando con Pistis Sophía, digo que Pistis Sophía en el caos es definitiva. Realmente, Sophía es sabiduría del fuego y resplandece en el caos. Por algo se dice que "la luz sale de las tinieblas" y que "el cosmos sale del caos". Pistis Sophía, como fuego, resplandece en el caos, para crear y volver nuevamente a crear. La divina sabiduría está en el caos y del caos puede brotar para llegar al "Aeón 13", al "13 Serpiente", al "13 Numeral Séptimo".
Así, mis queridos hermanos, debemos nosotros reflexionar cada vez más en todo esto. Grandes cosas se abren para uno, cuando no se olvida de su Ser, cuando se recuerda a sí mismo profundamente.
Es aconsejable que los hermanos, diariamente, sea por cinco, diez minutos, un rato, media hora, una, se recuerden a sí mismos; que sentados en un sillón, relajen su cuerpo totalmente. Un día podrían llegar a la experiencia de lo real por ese camino, que es un modo de actuar sobre el Centro Emocional por medio del Centro Motor, al estar luego en esa actitud, meramente de pleno relajamiento, vivenciando al Ser, sintiéndolo, experimentándolo.
Volverse receptivo al Ser: eso es fundamental. La personalidad debe volverse cada vez más pasiva y receptiva a la palabra que viene de arriba, de lo alto; esa palabra viene a través de los centros superiores del Ser y llega. Pero si no somos receptivos, si no aprendemos a relajarnos, si nos olvidamos de sí mismos, ¿cómo podremos recibir los mensajes que vienen a través de los centros superiores del Ser?, ¿de qué manera?
Los hermanos deben comprender esto: que hay que ser un receptáculo, volvernos receptivos, aprender a recibir la palabra, captar su honda significación (eso es fundamental). Diariamente, debemos relajarnos y recordarnos a sí mismos, a nuestro propio Ser. Así avanzaremos triunfantes.
Bueno, si hay algún hermano que quiera preguntar, puede hacer sus preguntas con las más entera libertad. Todos tienen derecho a preguntar, o todos pueden preguntar sin salirse del tema.